Hi va haver un temps
Caminàvem tu i jo sols.
El bosc era casa.
Almácigo es un blog literario, es un espacio en el que cultivo ideas a través de la palabra.
Hi va haver un temps
Caminàvem tu i jo sols.
El bosc era casa.
Estas palabras van dedicadas a mi papá, quién hoy cumpliría 92 años.
Cuando llega cada 16 de junio, recibo con alegría el día, porque es una oportunidad para recordarlo con consciencia y amor.
Este escrito lo hice como ejercicio para un taller de escritura que tomé, cuando recién me instalaba en España. hará ya unos 19 años. La consigna era describir a un personaje extraño. No pude describir un personaje fantástico. Lo primero que me vino a la cabeza fue mi papá. Lo curioso es que este texto me acercó a él. Por eso le tengo especial cariño, por eso no le he corregido ni una coma.
Un Ser Extraño
Físicamente se parecía a sus hermanos, sobretodo a Froilán. Ambos usaban sombrero, tenían ese don del oído musical y eran los más buenmozos. Aún de viejos seguían siendo guapos. Eran unos galanes de sombrero y gabardina. De camisa a rayas y caballo. Caballeros, señores de punta en blanco.
Yo a veces lo miraba hacer sus cuentas, no usaba calculadora, no le gustaba, tampoco la entendía. Prefería anotar sus números en una libreta y sacar porcentajes de memoria. No era bueno con los aparatos electrónicos, peor aún, no sabía poner una bombona de gas. No sabe hacer café, depende de otros buenos hombres y muchos otros dependemos de él.
En su cumpleaños recibió de regalo un televisor nuevo, con su respectivo control remoto y su manual de instrucciones. El televisor sigue en la misma mesa donde lo colocaron la primera vez, el control no sirve para nada y el manual ya debe estar extinto en algún quemadero de basura. Una noche me acerqué molesta y le dije:
—¿Por qué escuchas el
televisor tan alto?
Salí destrozada, casi me provocó lágrimas de ternura su respuesta sencilla:
—No sé como bajarle el volumen, está igual que como lo pusieron.
Le enseñé. No sé si lo usa pero me tomé el tiempo para explicarle cada botón por si las dudas quisiera otro día cambiar de canal.
Este extraño ser se levanta muy temprano todos los días, excepto los martes y sábados, los días en que le toca madrugar para ir al mercado. Este extraño ser mete sus manos limpias en la tierra y de esa misma tierra saca frutas y flores. Ha visto crecer algunos arboles, ha bebido y comido de la semilla que sembró.
Lo he visto construir muros de piedra, sellar con sus manos gastadas este rústico trabajo arquitectónico. Lo he visto sonreír y pienso: "Ése extraño ser está muy cerca".
Cada vez le abro más la puerta porque tengo fe en sus palabras amables, porque seguro en su soledad me recuerda, porque lo imagino llegando con paso pausado a la casa.
La extraña soy yo, que sí sé usar el televisor, que estoy en Barcelona
en un taller de escritura, construyendo ficciones. Yo, la extraña que ha leído
Kafka, que le gusta Cortázar, que sabe quién fue Borges. Mientras él, en su mundo de infinitas verdades, es la
cabeza de una familia que no sospecha de mi presencia ajena. Es el señor
Francisco Borges, Aureliano como lo conocen todos. Aureliano que un buen día me
llenó de bendiciones. Yo soy la hija de Aureliano. Si le preguntan a él quién
soy dirá:
—Mi hija Irma, la chiquita, la menor, la maraca de la casa. Está en España haciéndose artista.
J'ai écrit Les Ailes en Papier après avoir regardé mon fils, notre petit voisin et d'autres enfants qui cherchaient la manière de continuer à être des enfants, tout cela malgré la contrainte de ne pas pouvoir quitter la maison à cause du confinement que nous avons subi en 2020.
Pour eux, et en particulier pour Nico et Bruno.
Les illustrations sont de Liliana Infante,
qui a également ouvert ses ailes et laissé voler son pinceau.
Le texte a été traduit en français par mes cousins Carine et Léo... c'est pourquoi des enfants francophones peuvent écouter ou lire Les Ailes en Papier.
Ma maison possède une cour dans laquelle pousse un cerisier. C’est l’endroit que je
préfère. J’escalade son tronc pour atteindre ses branches fragiles, qui en ce printemps
sont en fleurs.
Les pétales tombent sur le sol poussées par la brise, ma cour ressemble à une prairie
enneigée. Le cerisier me donne l’impression d'être dehors.
Depuis qu’on ne nous laissent pas sortir, je peux entendre davantage le chant des
oiseaux. En ce moment, il y a des hirondelles. Elles font leurs nids sur les balcons qui
sont dans notre cour. Parfois, je grimpe sur le cerisier et je les écoute. Je n’ai rien d’autre
à faire pendant cette longue attente.
Je sais qu’à côté de ma maison il y a une autre cour semblable. Bien que je ne puisse pas
la voir à cause du mur qui nous sépare, je sais qu’il n’ y a pas de cerisier car je n’aperçois
aucune branche.
Parfois, j’entends la voix d’une petite fille qui joue seule, elle invente des histoires qui me
font rire en silence. Ressent-elle la même chose que moi?
J’ai décidé que je lui enverrai un message:
« Salut, je suis ton voisin. Comment est ta cour? Luca »
Aujourd’hui, j’ai reçu une réponse:
« Salut. Dans ma cour il y a des massifs de fleurs: des géraniums et des pétunias. Parfois
je t’entends jouer à la balle. Je m’appelle Maria. »
Avec Maria, nous avons inventé un code secret au cas où quelqu’un intercepterait nos
messages. Nous avons aussi joué à la bataille navale et nous avons inventé des histoires
ensemble mais je ne pouvais la voir, le mur est trop haut.
Hier, nous avons essayé de jouer au volley ball mais la balle est arrivée chez l’autre voisin
qui est sorti très fâché et nous a demandé si nous trouvions cela normal de nous envoyer
la balle par dessus le mur.
Ensuite la pluie est tombée pendant deux jours. Nous avons passé plusieurs jours à la
maison. Le cerisier n’a plus de fleurs. Et nous ne savons rien...
Depuis que je connais Maria, je suis plus heureux. Maria sait faire beaucoup de choses en
pliage. Elle a essayé de m’apprendre mais je m’emmêle les pinceaux.
Elle m’envoie les messages secrets sous forme de pingouins, d’oies, de grues et
d’hirondelles. Je lui envoie des bateaux et des avions, c’est tout ce que je sais faire.
Maria m’a dit que lorsque tout cela serait terminé, elle m’inviterait chez elle, nous ferions
du pop corn et elle m’apprendrait à faire de l’origami. Je lui emmènerai une poignée de
cerises.
Quelques fois, je sens que j’aimerais donner un coup de poing dans le mur pour casser
cette distance. Parfois, j’entends pleurer le petit frère de Maria, il pleure pour un oui ou
pour un non. Il n’est pas patient. Parfois Maria est triste. Je le sais.
Un jour, papa a sorti la guitare, l’a dépoussiérée et nous avons chanté un moment.
La musique traverse n’importe quel mur. C’était amusant.
Maria a eu l’idée que nous fassions un portrait l’un de de l’autre sans nous connaître.
J’aime bien, comme ça je peux la voir comme je me la suis imaginée.
Le temps passe.
Je grimpe à l’arbre, regarde le ciel, j’imagine des formes dans les nuages.
Dans la cour d’àcôté, Maria me tient compagnie.
Et je lui tiens compagnie.
Alas de Papel lo escribí observando a mi hijo, a nuestro vecino y a otros niños que buscaron la forma de seguir siendo niños, a pesar de no poder salir de casa por el confinamiento que vivimos en el 2020.
Va para ellos. En especial para Nico y Bruno.
Las ilustraciones son de Liliana Infante,
quién también abrió sus alas y dejó volar su pincel.
Mi casa tiene un patio, allí crece un cerezo, para mí es lo mejor de toda la casa. Trepo por su tronco hasta llegar a sus débiles ramitas que ahora, en primavera, están en flor.
Los pétalos caen al suelo con la brisa, entonces mi patio parece un prado nevado. El cerezo me hace sentir que estoy afuera.
Desde que no dejan salir, puedo escuchar más a los pájaros. En este tiempo hay golondrinas. Hacen sus nidos en los balcones que están sobre nuestro patio. A veces, subo al cerezo y las escucho. No tengo nada más que hacer en esta larga espera.
Sé que al lado de mi patio hay otro idéntico y, aunque no puedo verlo por el muro que lo separa, sé que no hay un cerezo porque no alcanzo a ver ninguna rama.
A veces escucho la voz de una niña que juega sola, se inventa historias y me río con ellas, pero en silencio. ¿Sentirá lo mismo que yo?
He decidido que le enviaré un mensaje:
“Hola soy tu vecino de al lado. ¿Cómo es tu patio? Lucas”.
Hoy he recibido respuesta:
“Hola Lucas. Mi patio tiene macetas de flores: geranios y petunias. A veces te escucho jugando a la pelota. Soy María”.
Con María hemos inventado un código secreto, por si alguien intercepta nuestros mensajes. También hemos jugado a la Batalla Naval, Stop e inventamos cuentos juntos, pero no puedo verla, el muro es muy alto.
Un día intentamos jugar voleibol, pero la pelota fue a parar al patio de otro vecino, que salió muy enfadado y nos dijo que si nos parecía normal pasarnos la pelota a través del muro.
Luego vinieron dos días de lluvia. Tenemos muchos de días en casa. El cerezo ya no tiene ni una flor. Y no sabemos…
Desde que conocí a María estoy más contento. María sabe hacer muchas figuras de papel, ha intentado enseñarme, pero me hago un lío.
Ella me envía los mensajes secretos en forma de pingüinos, de ocas, de grullas y de golondrinas. Yo le envío barcos y aviones, es lo que sé.
María ha dicho que cuando esto pase me invitará a su casa, haremos palomitas y me enseñará a hacer origami. Yo le llevaré un puñado de cerezas.
A veces, siento que quiero darle un puñetazo al muro y romper esta distancia. A veces escucho llorar al hermanito de María, llora por cualquier cosa. No sabe esperar. A veces María está triste. Lo sé.
Una tarde papá sacó la guitarra, le quitó el polvo y cantamos un rato. La música sí que atraviesa cualquier muro. Fue divertido.
María ha tenido la idea de que hagamos un retrato del otro sin conocernos. Me gusta, así, puedo verla como yo la quiero en mi imaginación.
El tiempo pasa.
Yo subo al árbol, miro el cielo, adivino formas en las nubes.
Desde el patio de al lado María me acompaña.
Y yo a ella.
#HistoriasDePioneras
Aquella soledad era conocida. Teresa se detuvo delante del piano. Lo miró fijamente, repasó con la yema de sus dedos la llana y pulida figura. Cerró los ojos. Tanto se conocían, tanto habían batallado juntos y ahora se le antojaba ajeno. Su pena no le afectaba. Él quedaría intacto en aquel salón, inmune a los males humanos. Él, se silenciaría por un tiempo, y después, volvería a sonar en otras manos. ¿Quién se acercaría a su regazo y entonaría los conocidos valses y merengues?
Inconsciente, su mano izquierda se aproximó a la parte grave del piano, y una pulsación marcó el ritmo del conocido vals venezolano, enseguida la mano derecha comenzó a cantar la melodía que tanto amaba. El recorrido travieso de ésta por el interior del instrumento hasta despegar sus alas, fue fugaz. La música volaba por la estancia alegremente, como también lo había hecho ella en su escasa niñez.
Ahora sus caderas se ceñían firmes a la butaca, la espalda erguida se balanceaba serena y los hombros acompañaban la cadencia de un extremo a otro del instrumento. La memoria sobrevino sin remedio. “Teresita, no corras y portante bien”. La voz suave de su hermana vibró en sus oídos. Aquella vez la apartaban de los olores de su infancia, de la luz transparente que atravesaba las orquídeas, de su querida Emilia. “Cuando tenga una hija, se llamará como tú”. Respondió la niña, y así fue.
No corras Teresita, no corras. Había escuchado tantas veces aquella advertencia y su vida le había pedido en otras tantas ocasiones ser vertiginosa. Aquel otoño su padre se encorvó para llegar hasta sus ojos:
—Recuerda Teresita, ve pausadamente hasta el piano. No corras. Tocarás para el presidente—.
Ella caminaba y daba saltitos entre un paso y otro, porque no podía esperar más; miraba a su padre y seguía ávida en dirección al piano. Se sentó en la butaca solemne y sus pies se inclinaron para alcanzar los pedales. Ya de niña conocía cada víscera de su instrumento, con las primeras notas supo que aquel estaba desafinado. Un arrebato la dominó, y la improvisación fue su salvadora, desde entonces sería su aliada.
Pausa. El vals Mi Teresita se ahogó repentinamente en las manos de aquella mujer de 63 años. Aún con los ojos cerrados la sorprendió el Cuarteto de cuerdas en Si menor entrando en su cabeza. El ritmo abrigó a la melodía y el alud de pensamientos estalló en sus dedos. “Adiós Emilia, hija. Recuerdo tus tiernas manitas entre las mías. No te olvidé nunca. Nunca.”
Ahora componía, la leona despertaba a la caza del dolor. “Corre Teresa, corre. Soy fuerte, mis manos son fuertes. Soy la Liszt hembra. Yo protejo a mis crías. Les doy su sustento. Soy La Carreño”.
Los brazos se alzaron brevemente y con tono dulce acarició de nuevo a su fiel testigo. “Tú eres mi único compañero leal”. Hubo un silencio, y después, los acordes se superpusieron unos a otros y sus vivaces manos dejaron escapar el sufrimiento que las mantenían en reposo.
“Teresa hija, este mundo es de hombres”. Agotada dejó que las frases nadaran libres y el hormigueo la envolviera por completo. “Madre, volví en dos ocasiones. Regresé a Venezuela. Mi añoranza se vio recompensada”. Los flashes llegaban como espejismos, ojos de mujeres desconocidas la seguían. El calor del trópico que respiró en aquellas visitas, tenía toxinas. Sus manos saltaron a lo largo del piano y los acordes atravesaron su cuerpo. “Mi voluntad no la doblega nadie”. Los susurros perseguían sus pasos. “Divorciada” “Es una mujer divorciada” “Divorciada, por tercera vez”. Teresa respiró tranquila, una lágrima humedeció el fino algodón de su falda. De aquello sólo quedaba la reminiscencia de un aroma en la memoria. Y así, despacio, la melodía volvió sosegada.
“Mis manos en las suyas, las de Brahms". Teresa, inspiró. "Mi estimada Teresa, usted no es una pianista, usted es un pianista.” Ahora Teresa sonreía cariñosamente y recordaba sus siete partos. Cuando todo el mundo la creyó agotada, sus manos ligeras improvisaron sin descanso. “Ella compone mientras ejecuta”. Ella, la valquiria del piano. En éste, su concierto más íntimo, añoraba la lluvia de aplausos que la cubría después de actuar. Y, en una pausa imperceptible pensó que todo era efímero. Ella sobretodo. Tan sólo huesos y carne haciendo vibrar el eco de un instante.
Sus manos descansaron un momento, y luego, los pensamientos la llevaron a la Marche funèbre. “Gracias padre. Siempre creyó en mí. Usted no me desanimó por ser una muchacha. Mis manos no saben bordar otra cosa que no sean notas sobre el piano.”
Su sufrimiento resonó sin pausas, y la feroz despedida avanzó sin remedio. “¿Cómo puedo dejarte a ti, que has sido mi única patria, mi ancla, mi voz?”
Unos días más tarde, el 17 de junio de 1917 el New York Times recogería esta frase: “Es la mejor pianista que haya vivido jamás.” Entonces en aquel salón, sólo habitaba el silencio y el tiempo.
"No vivo en las sombras. Vivo en las formas, las recorro con la vida, las recorro con la herida. Esa, que abre brecha entre tu mirada y la mía."
(Fragmento del texto de A Tientas)
Cuando empecé a estudiar artes en la Universidad Central de Venezuela, una de las palabras que me cautivó, y que desde entonces me acompaña, es la palabra catarsis. Es curiosa su definición, y aquí la comparto:
f. Efecto purificador que causa cualquier obra de arte en el espectador:
las tragedias griegas llevaban a la catarsis a los espectadores.
1. Expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo.
2. P. ext., eliminación de recuerdos que perturban el equilibrio nervioso.
La catarsis es una experiencia purificadora de las emociones humanas. La palabra proviene del griego κάθαρσις (kátharsis), que significa 'purga', 'purificación'.
Catarsis, para mí implica definitivamente quedarse liberado, pero esa liberación transita por el dolor. Esa expulsión que purifica, pasa por lo nocivo, por el recuerdo insondable, por la oscuridad.
Cuando voy de espectadora al teatro busco experimentar una catarsis, cuando eso no pasa, es decepcionante. Me gusta ver un espectáculo y salir “tocada”, que mi alma se resista, que mi alma se alegre, que mi alma llore, que mi alma se transforme.
Este fin de semana tuve dos experiencias teatrales, y estoy muy feliz, primero porque al fin pude volver al teatro, por fin las actividades culturales vuelven a estar en el catálogo de posibilidades para el fin de semana. Eso sí, no pude ir muy lejos y tampoco hizo falta. Mi suerte es que vivo en Cardedeu, y aquí tenemos el TAC, que no es un examen médico precisamente, sino el Teatre Auditori de Cardedeu, un espacio que tiene una programación tan diversa como de calidad.
La segunda razón por la que estoy feliz es porque una de esas experiencias Suite TOC núm 6 de la compañía Les Impuxibles, tocó mi alma. Primero hubo una batalla por no entrar, mi corazón se resistía a escuchar lo que me estaban contando. La obra que narra la experiencia de una persona con diagnóstico TOC. Como he trabajado con personas con diagnóstico de trastorno mental, mi psique estaba allí mirando al milímetro cada palabra, cada acción. Sin embargo, poco a poco el reclamo de Ariadna y Clara Peya llegaron a mí, y pude desmoronarme, pude sollozar, también reírme.
Salí en silencio, sin ganas de hablar, quería tan sólo escucharme, y recordar las palabras de ellas, vistiendo sus propios personajes, representándose a sí mismas. Acompañadas de un equipo de artistas excepcionales, esta pieza teatral desborda música, danza y dramaturgia de excelencia. Un trabajo duro como una piedra (y al mismo tiempo lleno de ternura), que me sacó de mi sitio. Por eso salí con ganas de ver y escuchar todas sus obras, las de Ariadna Peya y las de Clara Peya, de seguirlas, de contemplarme en sus creaciones. No quiero hacer una reseña sobre su espectáculo, ya las hay, tan sólo quiero decir que tenía tiempo sin que un espectáculo me conmoviera tanto, y por supuesto me pareciera tan redondo, tan inclusivo, tan vivo, tan sincero.
La tercera razón, fue acompañar una vez más, a mi querida amiga Isabela Méndez en su monólogo A Tientas. Espectáculo que gracias a la amplia mirada que tiene el equipo de programación del Departamento de Cultura del Ayuntamiento de Cardedeu, pudo estar este año en el TAC como una de las opciones para GPS (Girem Propostes Singulars). ¿Curioso el nombre verdad? Un GPS te ayuda a ubicarte, a llegar a los lugares; estoy convencida que las obras de Girem Propostes Singulars, también.
"Para llegar hasta aquí se atraviesan muchos semáforos. Cualquiera puede hacer eso. Todos ustedes lo han hecho con facilidad. Yo en cambio, para llegar hasta aquí atravesé mares."
(Fragmento del texto de A Tientas)
Tuve la oportunidad de compartir con Isabela la construcción del texto de A Tientas, y excepcionalmente, esta vez, en una charla sobre el proceso creativo. Otro regalo del TAC.
La obra de Isabela está hecha a medida de sus necesidades. Hablamos de un formato pequeño, que navega entre la narración oral y el monólogo. Pocos elementos y la palabra. Desde un escenario desnudo Isa nos cuenta sus tránsitos por la incertidumbre, por su proceso de aceptación. Ya que su diagnóstico de baja visión, le ha requerido, por largos años, un esfuerzo enorme dentro de su carrera como actriz. Cuando Isabela cuenta su recorrido por esa aceptación en escena, también nos ayuda a comprender las emociones de todas las personas que pasan por un proceso singular. Sus luces y sus sombras. ¿Quién no necesita aceptar sus límites para poder seguir creciendo?
Tal vez, ellas, las creadoras de A Tientas y Suite TOC núm 6 también llegan a la catarsis cuando interpretan sus experiencias en escena. Ambas obras hablan de salud, ambas obras nos interpelan para celebrar la empatía con el otro, ambos espectáculos son una muestra de generosidad por parte de sus intérpretes, quienes no sólo muestran en escena sus talentos, sino que dignifican su humanidad por encima de todo.
¡Fue un fin de semana de catarsis! ¡De liberación! Y es que volar implica soltar, ir ligero de equipaje. Ya llega otro fin de semana. ¿Qué estás esperando para ir al teatro? No se sabe dónde, ni cuándo, puede estar esperándote una catarsis.