Este espectáculo de circo
contemporáneo me sorprendió por la sinceridad de su propuesta: Un actor, dos
actrices y el riesgo.
La escenografía atemporal, nos envolvía en un ambiente más allá del muro, dirían los seguidores de Juegos de Tronos. Un espacio con colores ocres, arena, hierro y oxido, y en medio sobresale la madera pulida un violín (interpretado por Laia Rius) y un violonchelo (interpretado por Maria Bou).
La escenografía atemporal, nos envolvía en un ambiente más allá del muro, dirían los seguidores de Juegos de Tronos. Un espacio con colores ocres, arena, hierro y oxido, y en medio sobresale la madera pulida un violín (interpretado por Laia Rius) y un violonchelo (interpretado por Maria Bou).
Un hombre grande con aspecto
rústico se mueve, nos mueve, mueve la escenografía y finalmente se pone el
delantal de trabajo. Es entonces cuando
el circo nace, se intuye en esa búsqueda del equilibrio con los elementos más
insólitos. Y te preguntas: ¿Estoy a salvo? ¿Este hombre sabe lo que está
haciendo? Porque en Rudo puedes sentir miedo, pero afortunadamente todo está
magistralmente medido.
La música protagonista por momentos,
está muy bien interpretada por unos personajes que en medio de la mayor
incertidumbre te hacen sentir a salvo.
Rudo, me atrapó, porque sale de
lo común en sus ritmos, en sus materiales, en su forma de abordar el circo
contemporáneo. Está plena de pequeños momentos de complicidad, de ternura y de
fragilidad. Su escenografía, nos devuelve el sentido del espacio circular y
además nos permite ver lo bello en las cosas más toscas.
Rudo es una obra de autor actuada y dirigida por Manolo Alcántara, un artista multidisciplinar que juega con las estructuras, con el movimiento, con la física y que nos trasmite de forma sublime ideas que cultiva en su rico universo interior.
Aplaudo el riesgo de esta
propuesta, pues su búsqueda nos lleva a
lo más esencial del circo: El equilibrio.
Del proceso creativo
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