“Cuando Leo zarpó,
todos fueron a despedirse”
La isla de mi abuelo
Banji Davies
Los que escribimos para niños sabemos que ciertos temas son complicados de desarrollar, pero no por eso pueden estar vetados de la literatura infantil y juvenil.
La primera vez que me tocó
explicar a mi hijo qué era eso de “estar muerto”, fue cuando se encontró en el
parque un pájaro que no se movía. “¿Qué le pasa?” La respuesta automática fue:
“Está muerto” y detrás de esa respuesta un enredo de explicaciones que me
hicieron reflexionar sobre lo poco que sé del tema.
Lo mismo me pasó hace
algunos años, cuando trabajaba en un cole y a la hora del patio se me acercó un
niño de tres años y me preguntó: “¿Qué es la vida?”. Aquella pregunta era un
tesoro. La vida era él, con su curiosidad, sus ganas de moverse, de descubrir,
de crecer.
A veces, nos cuestan algunos
temas, sobre todo cuando estamos inmersos
en una experiencia dolorosa.
Cuando murió mi padre, que
era agricultor, mi hijo me regaló una frase: mirando hacia la ventana, lanzó un beso y
dijo: “Se ha ido como el pajarito, volando, volando y ahora cultiva estrellas
en el cielo”. Con tan solo tres años, su capacidad narrativa me sorprendió,
buscó una forma de entender la pérdida, de ubicarla, de hacer con ella una
metáfora.
Posteriormente, el tema de la
muerte ha sido recurrente en nuestra casa, y como no queremos entenderla, sino,
comprender cómo nos sentimos ante ella, busqué algunos libros para niños que nos
pudieran ayudar.
Encontré libros de mucha
calidad como: Es así de Paloma Valdivia, editado por Fondo de Cultura Económica; Una
casa para el abuelo de Grassa Toro, editado por ZR; Mejillas rojas de Heinz
Janisch de Lóguez ediciones y hasta busqué aquella poesía ilustrada Una señora
con sombrero de Jacqueline Golberg de Monte Ávila editores que guardaba con gran aprecio en mi biblioteca. Todos estos textos son valiosos y estéticamente
impecables, pero muy complejos para la edad de tres años.
Fue una amiga ilustradora la
que dio con, desde mi punto de vista, el
mejor libro que hasta ahora he leído sobre la pérdida y que sí puede ser leído
por todas las edades: La Isla de mi abuelo, el libro álbum de Banji Davies, publicado por la editorial
Andana, una de estas obras de arte que trata el tema de la pérdida sin hablar
directamente de la muerte.
Conocer, aceptar y practicar el desapego son de las cosas menos frecuentes en nuestra sociedad, por eso valoro que autores como Davies puedan ofrecernos la posibilidad de reflexionar sobre este tema, comprenderlo y quedarnos con una sensación de bienestar, de tranquilidad.
Las ilustraciones sobrias y
potentes, muestran la relación entre un niño y su abuelo: sus pequeñas
complicidades, el mundo que comparten. Los secretos están a la luz del niño, se
muestran. Se comunica la emoción y se aceptan los sentimientos más difíciles:
la tristeza, la angustia.
Las metáforas son tan
sublimes que entras en un mundo de posibilidades, donde la aventura es la que
te lleva a sentir miedo, pero también al puerto seguro donde estarás a salvo de
esas experiencias por las que nadie quiere pasar. Una vez vivido el tránsito
del duelo, descubres que el mensaje de bienestar sigue allí y la relación que
creaste con esa persona amada también.
Detrás de la pérdida hay
muchas emociones esperando, el libro de Banji Davies lo ilustra de manera
excepcional. Ha sabido guiar al lector infantil por un camino iluminado para
comprender el dolor de la pérdida.
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