A los Pallapupas de ahora, de antes, de siempre.
A todos mis "compañeros" del Clínic, en especial a Elias, a Montse y a Mireia por tantas mañanas compartidas.
Al equipo de Mollet, con quien también compartí muchas mañanas de inicio de semana.
A todas las personas que dejan ver su "cazo".
A todos mis "compañeros" del Clínic, en especial a Elias, a Montse y a Mireia por tantas mañanas compartidas.
Al equipo de Mollet, con quien también compartí muchas mañanas de inicio de semana.
A todas las personas que dejan ver su "cazo".
Desde septiembre del 2014 y hasta
el pasado viernes tuve un pequeño tesoro: trabajar con el programa de Teatro Social de Pallapupas, Pallassos d'Hospital, en el Hospital de Día de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil del Hospital Clínic de Barcelona. Suena
largo, pero es más sencillo, a ese espacio pueden llegar niños y niñas por tener, desde altas capacidades, hasta muy mala suerte. La vida, como siempre digo, es un
compendio de causas y efectos, y nadie está exento de que algún día tenga un
bajón, un subidón, una equivocación, un ataque, una pérdida, una limitación, una adicción, una exacerbación, un desquicio, un
brote.
Muchas siglas y abreviaturas intentan describir y clasificar a las personas que llegan a las unidades de salud mental. Yo decidí que aquellos adolescentes con los que jugaba y creaba pequeñas escenas en ese espacio que llamamos “PALLAPUPAS” eran todos en conjunto: especiales. Por descontado, también son un síntoma de que nuestra sociedad no lo está haciendo muy bien. Ellos, son una señal de que tenemos mucho que aprender como humanidad.
Cada viernes subía al tren con
ilusión, lejos de ser una pesadilla, como muchas veces nos muestran el transtorno
mental o emocional, como prefiero llamarlo, mi viaje al Clínic estaba cargado de sueños. Creo en el potencial de
cada ser humano, y pienso que si se da una oportunidad, a quien quiere
aprovecharla, algo sorprendente puede pasar. La expresión artística es una de
las vías que, desde su propio lenguaje,
nos da la oportunidad de comunicarnos mejor, de ser intensamente más humanos y
divinos a la vez. Intensamente fuertes, intensamente frágiles.
Algo muy parecido leemos en El Cazo de Lorenzo un libro maravilloso de
Isabelle Carrier editado en castellano por Juventud
y del cual JPL films hizo una versión cinematográfica muy asertiva.
Aquí os dejo el link para que disfrutéis por cinco minutos de esta joya y así podáis seguir con el hilo de esta "despedida":
A lo largo de estos años he
visto muchos “casos” entrar al Clínic y a otros Centros de Salut Mental donde Pallapupas me dio la oportunidad de
trabajar. Vi niños, niñas y jóvenes con “cazos” muy pesados, muy largos, muy
finos, muy ruidosos, apestosos, frágiles, de acero, de cartón, de piedra, de
cristal, cazos vacíos, agujereados, con aristas afiladas capaces de crear mucho
dolor. Me gusta pensar que entran al hospital como “casos” buscando que alguien
puede ver ese “cazo” que arrastran. Porque en Salud Mental, debo aclarar, que los "cazos" no están visibles, sin embargo,
hay quienes tienen la facultad de verlos
y pueden ayudar a esos niños, niñas y jóvenes a llevarlo mejor. Es difícil, es agotador, pero se puede.
Yo perdí el cansancio muchas de
las mañanas que trabajé con Pallapupas,
me lo guardé en el bolsillo, lo desterré. Me cargué las pilas, reuní buenas
noticias, creí y apunté hacia el corazón. Hay trabajos que no pueden hacerse
sino desde la emoción, Pallapupas
es uno de ellos.
Me voy feliz y me voy triste, una
vez más “jodida y radiante” como diría Benedetti, porque las emociones son
complejas y es así como hay que aceptarlas, conocerlas y llevarlas. Y es que si nos fijamos bien,
todos somos portadores de un "cazo", la diferencia con esas personas que van a un
Centro de Salud Mental es que nosotros hemos aprendido a esconderlo, a
disimularlo. Pero todos llevamos nuestro "cazo": pequeño, invisible, discreto,
tímido, atado, ahogado, perdido.
Me voy dando infinitas GRACIAS
por lo aprendido, por lo andado, por lo conseguido, por lo sembrado. Me voy
pero no del todo, porque allí donde se deja un brote, un árbol puede crecer y darnos
frutos, luz y sombra, todo es cuestión
de tiempo.
No se me ocurre una manera más linda de decir adiós a un proyecto al que le has puesto el alma (y el que pone el alma en hacer las cosas se lleva mucho)
ResponderEliminarY no sólo es una maravilla leerte porque tus palabras van siempre directas al corazón y se quedan ahí resonando como si acabaras de escuchar una pieza de música, es sobre todo una maravilla tenerte como amiga, a volar compañera...te quiero
Que palabras y que historia tan bonita, como tú Irma. Gracias por existir y por la historia del cazo de Lorenzo.
ResponderEliminarNos vemos en celebraciones y eventos varios.
No sin mi cazo!!!
Bona feina.
ResponderEliminarSort 👌