Es maravilloso entrar en una sala
de teatro y que poco a poco desaparezca todo: público, sillas, paredes, puertas;
y de pronto, te encuentres en el bosque. Ese efecto lo logra la compañía Pea Green Boat en su espectáculo Gnoma. Cuidado, no penséis que estoy
hablando de una enorme escenografía, todo lo contrario. Os hablo de un formato
mínimo y sencillo que potencia la imaginación de los espectadores. Ésa es la riqueza
y fuerza de este espectáculo.
Con sutileza y agilidad Emilia Esteban Langstaff interpreta todos
los personajes dotándolos de carácter y
matices. La estética es sublime. Cada detalle está hecho con calidad y esmero.
El modelado de los personajes deja entrever su carácter y anima a imaginar su
mundo interior.
Una vez que estamos metidos en la
historia nos dejamos llevar por ella hasta el final. Aquí me quiero detener,
porque da gusto ver un espectáculo que elige una sencilla anécdota para hablar
de la amistad. He visto muchos espectáculos de títeres con estéticas hermosas
que fallan en la dramaturgia. No es el caso de Gnoma. Al contrario, el drama
está muy bien hilado, provoca curiosidad, encanto, y para los más pequeños es
fácil seguirlo porque está escrito desde su punto de vista. Las diferencias
entre los dos personajes principales es el motivo de conflicto. El entendimiento y la aceptación, el desenlace. A veces no es tan fácil hablar de
emociones tan potentes en un lenguaje adecuado a la primera infancia. Pea Green Boat lo aborda con sutileza y
claridad.
En lo personal, ver este espectáculo ha
sido viajar a un lugar guiada por la autenticidad, por la sinceridad, por la
gracia y regresar cargada de emociones, eso que tanto buscamos cuando vamos al teatro.
Para los que amamos las historias
poéticas podemos, además, tener en casa el álbum ilustrado del espectáculo editado
por Kireei.
¡Enhorabuena Pea Green Boat! Que vuestras fantásticas historias sigan viajando y
llegando a buen puerto.
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