En
general, los festivales de lo que sea, me agobian. La programación suele ser tan amplia
que lejos de hacerme un mapa para seguir lo que me interesa, termino divagando
o dejándome llevar, cosa que, me resulta más fácil y relajante.
Después de cuatro años sin ir a Tàrrega, volví. La sensación fue la misma:
“Cuánta gente, ¿qué hago yo aquí?”. Pero la verdad es que la sorpresa supera el
agobio inicial, y consigo concentrarme en algún espectáculo, incluso a
interesarme, y por último, algunos logran cautivarme. Es el caso de dos de
los espectáculos que pude disfrutar este año: Meeting Point de la compañía
ERTZA y D-Construction de
la compañía francesa DYPTIK.
Tàrrega
es ese pueblo al que su Fira de Teatro de calle ha convertido en un lugar de
paso obligado para quienes nos interesan las artes escénicas. Tal vez por ello, es el escenario perfecto para dos personajes que han cruzado miles de kilómetros de
distancia, y que de pronto, basta con una mirada, un roce o una imperceptible acción para que
comience el encuentro, eso es Meeting Point.
La comunicación visual y corporal los invita a moverse, a observarse, a soportarse. La técnica es
firme. Los personajes anodinos: no de danza contemporánea, no de poderosa técnica de break-danse, no de
hip hop. Pero hacen todo eso y más. Narran con su danza. Fácil hacen lo complicado. Nos asombramos porque sus figuras no
encajan en ese estereotipo del bailarín clásico que tenemos reservado en nuestro inconsciente.
Vemos
a dos personas, vemos dos almas, dos vidas que se encuentran y se cuentan a
través del lenguaje de la danza.
Meeting Point es un espectáculo breve pero intenso que te hipnotiza y hace ese efecto
necesario en el teatro de calle que es separarte de la realidad, de su ruido y su
desorden; para reordenar estéticamente y resignificar el espacio y el tiempo.
Enhorabuena
por este inédito resultado a sus creadores.
En
la misma línea, pero con un lenguaje más convencional, si se quiere, nos
encontramos con D-Construction. Su escenografía ya nos invita a mirar, a
imaginar lo que pueden hacer un equipo de profesionales de la danza urbana
frente a tubos y rejas que evocan un andamio.
Algo
está por pasar y pasa. Jóvenes, muy jóvenes se mueven, encuentran los límites
de la escenografía propuesta, los exploran, los traspasan.
El
público está, participa, ellos y nosotros somos uno. Estamos compartiendo un
espacio, rehaciéndolo, removiéndolo, reconstruyéndolo.
Nos
mueven, nos dicen dónde ver y qué ver y como una masa informe acabamos presos
en las acciones de esta propuesta que nos reafirma en el poder que tienen los
líderes para cambiar el enfoque de las cosas.
Esta
nueva tendencia de danza urbana me gusta por dos razones: porque ver cuerpos tan jóvenes apropiados
de un espacio y de una técnica habla de una búsqueda provechosa en el lenguaje de la danza contemporánea; y porque estoy segura que el resultado seduce a un público
perdido: los adolescentes.
Confío
en que propuestas como éstas, que tuve la suerte de disfrutar en la Fira de
Tàrrega, den la vuelta al mundo invitándonos a entrar en esta fascinante
tendencia de la danza urbana contemporánea.
A mi también me agobian los grandee festivales. No he estado en Tàrrega, leyendo este artículo me dieron ganas, tal vez me anime.
ResponderEliminar